
El camino se hace largo, mas no eterno, y entre copla y copa, vivas y carreras se intercalan esos pequeños momentos en los que, otra vez, sus miradas vuelven a encontrarse entre la gente, a veces con todo el camino de por medio, otras veces separados por la distancia de una amiga que baila, o por el roce de sus brazos en el transcurso de direcciones opuestas. Inspira, uno, dos, tres, cuatro, se ha parado el tiempo.
Y cae la noche entre rosario y fuegos, y entre tanta gente y tanta ermita vuelven a encontrarse y, poco a poco, se van quedando solos, y amparados bajo una higuera y en la soledad buscada por la mirada, se abrazan. Inspiran, uno, dos, tres, cuatro… Se les ha parado el tiempo y sus labios se acercan de nuevo.
Las bellas historias, amigo historiador, también se repiten, y en Lepe, cuando se viste de mayo.