11/02/2006

El baúl de las letras




La cerradura del antiguo baúl no resistió el primer párrafo en blanco y, con el ruido sordo y seco que saben hacer los viejos muebles al romperse, se resquebrajó por la mitad. Por primera vez, su interior cargado de letras se presentaba a la luz blanquecina de esta inmaculada cuartilla.

No podré volver a cerrarlo. Pensaba mientras me disponía a trazar un modesto plan que organizase cada una de aquellas grafías que, así sueltas, no eran más que alocadas y juguetonas niñas que se burlaban de mis ojos inquisidores. Tendría que unirlas en palabras, en frases, en párrafos que dibujasen pensamientos y que, uno a uno, hiciesen que mis sueños pudieran ser realidad, aunque sigan siendo sueños.

Me ayudaréis a controlarlos, les susurraba a mis nuevas aliadas, porque no siempre se controlan las fantasías de la noche y, muchas veces, los fantasmas que encadenan la vida me habían apresado mientras dormía. Cerraremos las puertas juntos, amigas mías, a los espectros de la vanidad, a los espíritus que ambicionan el poder, que codician el dinero, que apadrinan la violencia, que nos clasifican según nuestra ascendencia, que estrangulan nuestra libertad. Y las abriremos, compañeras, a los duendes de la razón, a los que valoran a la sociedad por encima del capital, a los que creen que todo puede ser distinto, a los que se sienten de todas partes y de ninguna, a los ojos de una mujer enamorada, a la mano amiga de un compañero de historias.

Y así comienza esta nueva aventura, con el descubrimiento de un viejo baúl cargado de ilusiones, con las estrategias bien claras, con la fuerza necesaria para afrontar el futuro con paso firme. Porque hay muchas cosas que hay que cambiar y no de cualquier modo. Destruyamos de una vez el filo de la espada para comenzar la lucha, cosiendo letras, emborronando cuartillas.

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