10/11/2007

Somnolencia




Hace unos años que sufrí un proceso de insomnio prolongado en el que el café solo fue mi alimento indispensable. No podía dormir y no quería porque ciertas actitudes de la sociedad habían cambiado, todo el mundo era solidario, había desaparecido el ejército y los ciudadanos debatían con los políticos, mano a mano, lo que se debía de hacer para que la ciudad progresase y el bien común prevaleciese sobre los intereses de unos cuantos. Me daba miedo dormir, por si acaso, cuando despertase, me daba cuenta de que todo había sido sólo un sueño.

En este relato que escribí hace seis años, el personaje vive una situación cómica e irreal, totalmente opuesta a la realidad en la que vivimos. Por supuesto, nada ha cambiado, la sociedad cada vez está más dormida, y muchos de los que se mantienen insomnes lo hacen bajo el efecto de alguna que otra droga anuladora del sueño y de los sueños; jóvenes y no tan jóvenes, dormidos en el fondo.

Esta somnolencia prolongada cuna del pasotismo social y pábulo de los insomnes de físico e intelecto está durando ya demasiado tiempo. La vida sigue a pasos agigantados, nos manejan como quieren y nuestro silencio se interpreta como consentimiento, como no puede ser de otra forma. No hemos convertido en gallinas de corral, todo nos da igual mientras que no nos falte la comida y un sitio donde cobijarse, aunque cada vez estemos más endeudados, aunque el corral esté rebosante de nuestra propia mierda.

Y mientras tanto, adormilados por el ansia de consumo, los cotilleos de la tele, y lo bien que lo hace el nuevo alcalde de Lepe y lo mal que lo hicieron los otros, andalucistas incluidos, seguimos muriendo de Cáncer en un porcentaje muy superior a la media del país. En Lepe sí, lean el Reportaje Actual de esta revista y echen una cabezadita después.


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